Esta noche desperté a las 4 de la mañana, agitado. Me resultó imposible volver a dormirme, quién sabe por qué, a pesar del mucho sueño que tenía. En casos así recurro al ipad hasta que caigo rendido pero se me cerraban los ojos y no era ni capaz de leer. Un poco desesperado abrí la persiana para ver la luna o algo y entre que las nubes y que está menguando no había nada que ver. Luego tuve la idea de una app para el móvil. Una aplicación en la que poder elegir las cadencias de luz de cualquier faro del mundo y que a ese ritmo se ilumine la pantalla, lo justo para sentir en el techo de mi habitación de insomne un reflejo tenue, mientras suena a muy bajo volumen el ruido del mar. Una mejora para la versión 1.1 sería elegir distancia y tiempo. El faro a veinte millas, noche clara. Ayer habría puesto el teléfono en el alféizar y seleccionado el de la Isla de Ons, por conocido, y encendido un cigarrillo o dos. Ayer no me durmió ni el faro ni la app que lo podría sustituir, sino la ensoñación de la app que lo podría sustituir.