La CE pasó 50 años dando de comer a las vacas en lugar de hacer algo para inventar de la nada un sentimiento europeo. Hay muchos ciudadanos en el continente que no perciben la necesidad de un sentimiento nacionalista, pero no parece que llegado el caso sean bastantes como para evitar un repliegue de la gente a sus valores nacionales. La prueba está en que Checoslovaquia, Yugoslavia y Ucrania se han deshecho rápidamente, siendo como eran estados fuertes. Bélgica está constantemente en un tris de seguirlos. Por otra parte todo el mundo pensaba que la reunificación de Alemania iba ser más problemática. La raza, la lengua y la historia todavía tiran mucho. Ahora los Griegos azuzan eso contra el enemigo exterior. El orgullo de ser griegos se sobrepone al corralito y a la vergüenza de tener un país en ruina que necesitará, si o si, de la ayuda de los demás países durante décadas para salir adelante, malamente.
La CE en lugar de promover de algún modo una identidad común, aunque fuese leve, se ha centrado en lo económico, pensando que la bonanza bastaría para convencernos a todos de su conveniencia y aún necesidad. Es decir, lo mismo que están haciendo los chinos con la democracia, si hay prosperidad nadie se fijará en abstracciones.
Hay pocas cosas que, como europeo del montón, le hagan a uno percibir que lo es. En realidad se cuentan con los dedos de una mano. La libertad de circulación, las compañías LowCost, el Programa Erasmus y el Euro. Y la eliminación del roaming, que han prometido, será la quinta. Deberían dejar de alimentar ganado y gastar toda esa pasta en un Erasmus obligatorio en el instituto. Quizá en otros 50 años podríamos alcanzar algo parecido a un sentimiento común. En lugar de eso dejan entrar en Eurovisión, esa telebasura que nos congregaba como continente una vez al año, a los rusos. Mientras, los griegos ven en Europa al enemigo y otros vienen en camino.