DECONSTRUYENDO UNA ENTREVISTA

–Vamos a acabar en seguida. Usted es un hombre inteligente –dijo uno de los omnipotentes habitantes de las oficinas que precisamente mostraba hacia él una simpatía más desbordante, una sonrisa especialmente acogedora, una magnanimidad más fina y providente.

Pedro se volvió hacia él interrumpiendo la búsqueda de otras fuentes de simpatía ya que ésta, al parecer más decisiva, con tan especial abundancia sobre él se derramaba.

-Así que usted… (suposición capciosa y sorprendente).

-No. Yo no… (refutación indignada y sorprendida).

-Pero no querrá usted hacerme creer que… (hipótesis inverosímil y hasta absurda).

-No, pero yo… (reconocimiento consternado).

-Usted sabe perfectamente… (lógica, lógica, lógica)..

-Yo no he… (simple negativa a todas luces insuficiente).

-Tiene que reconocer usted que… (lógica).

-Pero… (adversativa apenas si viable).

-Quiero que usted comprenda… (cálidamente humano).

-No.

-De todos modos es inútil que usted… (afirmación de superioridad basada en la experiencia personal de muchos casos).

-Pero… (apenas adversativa con escasa convicción).

-Claro que si usted se empeña… (posibilidad de recurrencia a otras vías abandonando el camino de la inteligencia y la amistosa comprensión).

-No, nada de eso… (negativa alarmada).

-Así que estamos de acuerdo… (superación del apenas aparente obstáculo).

-Bueno… (primer peligroso comienzo de reconocimiento).

-Perfectamente. Entonces usted… (triunfal).

-¿Yo?… (horror ante las deducciones imprevistas).

-¡¡Ya me estoy cansando!!

tiempo.de.silencio@luis.martin.santos

—–

Así podría ser una entrevista bien hecha.

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