Tanto Podemos como Ciudadanos exigen al PSOE, para empezar a negociar, que expulsen de sus filas a Chaves y Griñán. De Podemos no me extraña. Los puros son así. No hay forma de demostrar la propia pureza más que persiguiendo impuros. Esto se puede hacer por activa con inquisiciones y purgas, o por pasiva, dejándose apalear como Gandhi o comer por leones como los cristianos, confiando en que la vergüenza caiga sobre el malvado. Los puros, como se ve, suelen ser unos hijos de puta de mucho cuidado.
Me extraña que Ciudadanos, que se dicen racionales, exija como paso previo que se inmolen o sean quemados dos individuos que están siendo investigados y a los que les caerá lo que corresponda. Una negociación es el culmen de la civilización y se basa en que casi todo, si no todo, es objeto de comercio. Pero eso exige un otro con el cual negociar. Las condiciones previas están muy bien, pero sólo para establecer precisamente eso: somos dos, en pie de igualdad, quienes se sientan. Imponer de entrada la exigencia de que el adversario, que podría acabar siendo socio, se confiese culpable, muestre arrepentimiento y acuda sumiso y desde el inicio vencido, es claramente atrasar a la casilla número uno. Yo soy puro y tú no.