«Empirically, sex differences in most psychological traits—in personality, sexuality, attitudes, emotions, behaviors, and cognitive abilities—are conspicuously larger in cultures with more egalitarian sex role socialization and greater sociopolitical gender equity. Even sex differences in many physical traits such as height, obesity, and blood pressure are larger in cultures with more egalitarian sex role socialization and greater sociopolitical gender equity.»
Sólo algunos tontos niegan, y seguirán negando, que hay enormes diferencias entre hombres y mujeres. La teoría más extendida dice que no son esenciales y las achaca a la educación en general, a las sociedades que imponen roles. La solución propuesta es eliminarlos, acabar con el trato diferente en la educación y en la sociedad y hacerlas desaparecer, disolver esos molestos moldes en los que nos encasillan. Moldes que supuestamente encorsetan a hombres y mujeres, pero especialmente a ellas, impidiéndoles tener sus propias aspiraciones e intereses y ser como de verdad somos: todos iguales.
¿Pero quién se podía imaginar que una educación que intenta eliminar roles y diferencias lo que hace es exacerbarlas? Si ese estudio está en lo cierto, cuanto más unisex es el molde, el rol propuesto, más diferencias se observan entre hombres y mujeres. No sólo psicológicas, sino incluso físicas. Puede que ambos sexos se rebelen negándose a esa imposición -todo molde lo es- y habría que saber por qué razón. O puede ser que cuantas menos directrices sobre roles en la educación y en la sociedad menos impedimentos para que afloren esas diferencias esenciales entre sexos. Resulta más plausible lo segundo: no parece que haya educación sin modelos marcados en sociedades poco libres.
Si resulta que las diferencias aumentan entre hombres y mujeres cuando los educas sin utilizar para ello los roles clásicos la conclusión debería ser que estos son, en contra de la idea generalizada, uniformizadores en aspectos tan importantes como actitudes, emociones, comportamientos y habilidades cognitivas. Que los roles acercan en lugar de alejar, se supone que suavizando lo masculino y lo femenino, aproximándolos. Quizá tu abuelo se parecía más a tu abuela en aspectos esenciales que tú a tu pareja. Podría ser que incluso se entendieran mejor.
Nosotros entrábamos al colegio de pantalón y ellas de falda, pero compartíamos uniforme del mismo estilo y con los mismos colores y nos ponían -separados- a jugar al baloncesto. Ahora, que los roles son menos severos, ellas prefieren entrar vestidas de Princesa rosa y hacer ballet y ellos de Superman azul e ir a karate. Es un avance eliminar moldes y prejuicios; que cada uno sea como quiera, desee lo que le apetezca y se desarrolle como le venga en gana. Lo que es absurdo es que se llame desigualdad al resultado de las elecciones hechas por individuos libres cuando éstas lo que hacen es aflorar intereses diversos; demostrar que no somos iguales. Es como acabar con la dictadura de Corea del Norte y llamar caos al resultado porque la gente ha dejado de hacer filas.
Viva la creciente diferencia.