Entre el desaliento y el temor. Así empieza el nuevo año. Así estamos. Son trescientos sesenta y seis días en los que la primavera sucederá al invierno y tras ella llegarán el verano primero y el otoño después. Trescientos sesenta y seis días en los que la inmensa mayoría del universo, la práctica totalidad de lo que no eres tú, se mostrará indiferente a tus ansiedades y preocupaciones. Lloverá los días en los que el desaliento te de una tregua y el sol brillará para iluminar mejor tus desasosiegos. Las agujas de unos relojes y los números rojos que tienen otros seguirán, insensibles, girando y saltando. Minuto a minuto, sumando horas. Ese desapego es mi esperanza. Mil veces antes ha ocurrido. Mil veces antes la impasibilidad del cosmos ha sido garantía de que hay compensación al esfuerzo. Que es neutro y por eso todo resulta posible. Que lo que va mal puede ir bien. Un año son muchas noches, esta, por ejemplo. Y muchos días. 366.