En la EGB, al llegar a las tres dioptrías por ojo dejé de tirarme de cabeza por el tobogán en invierno y de cabeza a la piscina en verano. Esto acarrea una inmediata pérdida de popularidad y de posibilidades de noviazgo. Pero es que hace falta mucho valor para lanzarse con carrerilla contra una lámina azul clarito, con brillos deslumbrantes y gravemente desenfocada. Ya con 21 años junte de nuevo ese valor, sobreponiéndome al filtro photoshop blur que se me activaba al eliminar el layer gafas. En una piscina municipal, con una novia que ahora debe ser ministra por lo menos, acabe en urgencias con la nariz de nuevo rota. Ahora un poco más torcida. Yo vi cabezas con el agua hasta el cuello y resultaron ser niños de seis años que jugaban de pie en el escaso metro veinte de profundidad. Tengo un vago recuerdo de adultos que se acercaban gritando, niños que lloraban alejándose y una marea roja que me iba rodeando lentamente, gravemente desenfocada y cuyo origen, misteriosamente, era yo.