Si pudieras tener veinte minutos de conversación franca, abierta y sincera con tu yo mas profundo ¿Qué le dirías? ¿Qué te diría? Probablemente dirías banalidades, cosas que él conoce perfectamente, obviedades fragmentadas e inconexas. Y escucharías, si atiendes, una enorme sarta de verdades que ya conoces y no recuerdas; de evidencias que resonarían en el interior de tu cabeza como ecos de melodías, versos e imágenes ya vistas y oídas. Ya lo sabes todo sobre ti. Solo atiende. Veinte minutos libres los tiene todo el mundo todos los días. Pero temes reconocer la melodía, la estrofa y la película. Temes la certeza de que te estas traicionando profundamente. Temes reconocer que intentas construir un teatro sobre los cimientos de un circo.