MISS DALLOWAY’S PARTY

Hoy lunes es un día tontísimo. De lo mas tonto. Porque mañana martes es festivo. Y a eso hay que añadirle dos detalles. El sábado noche grande fiestuqui y cambio de horario. Es decir, que mi sistema basal, mis ciclos circadianos y barra o lunares están en plena crisis. Convulsos ellos, convaleciente yo. El spleen que me entra estos días de negocio empotrados entre dos de ocio me hace sentir señorita clorótica en balneario. Mientras fuera pasan las horas de la tarde oscura y lluviosa, entre té y té lo anoto porque quede escrito y no se olvide.

Una queja: Al llegar di dos vueltas con el coche y no me lo podía creer. No pusieron aparcacoches. Eso no se nos hace sin avisar. Y para acabar de liarla tampoco había globos de colores en la puerta. No me extraña que algunos llegaran tarde.

Un puntazo: Esos zapatos que se puso Miss Dalloway para su fiesta merecían más atención. Pasaron, para mi gusto, un poco desapercibidos. O quizá no y fue el vino que me desapercibió a mi. O que ella se movió demasiado, aunque eso no debería ser un problema. Para lucir unos zapatos nada mejor que andar. Rojos como para un caminito de baldosas doradas pero con bastantes cms más. Y a la vista aparentaban ser de una sola pieza, mecanizados en un bloque de plástico. Una osadía para entendidos.

Una paradoja espacio-temporal: El crianza estaba mejor que el reserva. Constatado esto con las primeras libaciones, sucesivas catas y diferentes botellas lo Confirm-Signaron. Una preocupación nos embargó durante unos minutos ¿Nos estamos volviendo vulgares? ¿Pasamos ya de los matices? Y es que la cuestión subyacente, la inanidad del tiempo como vector de mejora, es de las peores que uno se puede plantear en un cumpleaños de cuarentones. Joder, es nombrar a DSK en casa de los Banon. La solución y todos respiramos: fue el corcho el que no resistió. Queda pendiente que cada uno se chequee su corcho y seguimos.

Un temor infundado: Dicen que abajo vive un policía. Revuelo quinceañero de cuando el milenio pasado fuimos quinceañeros. Hoy a los de la botellona se la sopla porque les consta que los polis de ahora son funcionarios no vocacionales. No como antes que encima de las puertas de los cuarteles ponía todo por la patria y en las salitas de estar dios bendiga esta casa. Y en concreto el guripa de abajo o se jubiló por hipoacusia o estaba vulnerando con más intensidad que nosotros las normativas aplicables: descuartizando vírgenes, tomando hongos, y tal. Cosas propias de una época de crisis financiera mundial.

Un toque de auténtica clase: Flores naturales adornando el comedor. Miss Dalloway a tope de másimo de bien. Esos detalles marcan la diferencia entre lo que hacemos los demás, puro polígono, y una auténtica party tipo Manhattan. La pena es que el polen color azafrán me arruinó una camisa nueva. Mi culpa, en todo caso. Esas vistas a la mar salada son un pequeño gran lujo, y si llueve y fuera que se jodan, un poco más. La vida es un poco envidia. Darla, mejor.

Un valor seguro: La comida. Estupenda, por más que en eventos tal cual éste ciertos detalles pasen necesariamente desapercibidos. No la ventresca, no el jamón, no las originales minihamburguesas. No los tomates secos. Es el signo de los tiempos. Adriá se queja de lo mismo: los críticos se le olvidan sistemáticamente de alguno de los cuarenta platillos. El banquete: variado, escogido, abundante, caliente, sabroso. Gratis.

Algo preocupante: Dos gallegos delante de una mesa con abundante bebida, abundante comida y buena compañía ya no son capaces de ponerse de acuerdo ni en cuándo va a llover. La cuestión era: prefiero meteogalicia o me cantan mejor los refachos desde las webs de fuera. Los refachos, quién lo diría, levantan pasiones. Yo, que tiendo a isotermo, un poco por herencia genética un poco por la vagancia de cambiar de vestuario con las estaciones, paso olímpicamente de isobaras, humedades relativas y absolutas y mm de hg. Aún así intenté atender con atención atenta a todos aquellos detalles. Debí haber recordado que es imposible entenderse hablando de religión y que en este paisiño noso todo es religión y consecuentemente haber aprovechado el tiempo en zamparme aquellos tomates secos en aceite de espliego. Pillé dos y algo me distrajo. Lo importante va por momentos y horas, es decir, hacerle caso a las mujeres tiene costes elevadísimos. En este caso calculo que dos tomates más. Aprendido.

Una inspiración: Mr Dalloway se largó un monólogo desternillante que me temo sólo volveremos a disfrutar si conseguimos dar con las proporciones exactas de las variadas sustancias que se autoadministró. Sin notas de laboratorio precisas soy pesimista. No sé si nos quiso hablar de vendedores, de aspiradores, de ingenieros, de Miss Dalloway, de él mismo o de todos nosotros. El caso es que todas esas cosas fueron mencionadas y sólo recuerdo claramente que hacía meses que no me reía yo tanto. Aventuro que otros piensan lo mismo. Dos notas mentales: Uno. Definitivamente confirmado que es un sujeto con el cual vale la pena experimentar sustancias. Dos. Averiguar qué es lo que sintetiza y se come en el trabajo, porque tendría tirón comercial.

Una constatación: La medicación antituberculosa produce efectos milagrosos en varios ámbitos, todos ellos dignos de tener en consideración. Divertido. Intentar seguirlo en twitter.

Un hallazgo: Esos mojitos de Lidl están a la altura de los productos Hacendado, como siempre, una vez han sido adecuada y astutamente tuneados. Resaca exactamente la justa ergo alcohol de primera. No como otras fiestas en que te dan cubatas de Varón Dandy. Ya soy fan. Una vergüenza: las estadísticas finales indican que más de una botella de alcohol por cabeza, incluyendo embarazadas, abstemios y pusilánimes.

Una suerte: Estábamos en estas y de pronto, por nuestra cara bonita, una hora más. Finalmente, y a pesar de la prórroga, al alba, con viento duro de levante en fuertes refachos lluviosos, nos echaron. Pero ése es el final perfecto de una fiesta.

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Sabado 29 de Octubre de 2011

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