El día que por vez primera nos vimos, nos citamos, quizá escondidos, posiblemente culpables, en todo caso excitados, habría escrito barbaridades en las paredes de las lonjas, de los juzgados, de las casas de socorro, en el pavimento de las calles y desde luego en la arena de la playa y en la roca en la que tumbada, levantaste la falda.