Entre el desaliento y el temor. Así empezó el año y así va discurriendo. Así van pasando los días, las noches, las gentes y el paisaje. Entre el desaliento, el cansancio, la desidia del paso de tiempo, el tedio de percibirlo todo igual, uniforme, monótono, telescópico hasta el infinito. Gris tirando a gris. Si no movieran los calendarios, inexorables y desagradables, cada día sería, eternamente incansable, lunes uno de enero. Repetido en bucle. Un infinito principio que no permite atisbar ni la esperanza de un fin. Temor a que el principio sea lo único que hay. A que esto sea todo. A que todo se reduzca a soñar que esto no es todo. Temor a haber entrevisto lo que no existe. Temor a una ilusión.