SABE LO QUE QUIERE

Me gustan tus labios, llenos, carnosos, que parecen perfilados con rotulador. Labios de color contraste. Decididos y provocadores, sin sonreír dejan ver dos dientes y jugando a dos bandas, desaparecen en unas comisuras dibujadas. Me gusta tu nariz larga, fina y misteriosamente rotunda. Su silueta nítida se desenfoca para convertirse suavemente en pómulos. Me gustan tus cejas, expresivas, espesas y morenas. Son cejas de princesa lejana. Retan. Enmarcan y realzan tus ojos levemente tristes. Grandes y solitarios encontraron un lugar provocando esos pómulos altos, de curva delicada. Me gusta tu pelo moreno y esa onda grande que rompe sobre la cara y descubre una oreja perfecta vestida con un pendiente rebelde que no está en su sitio. Me gusta tu mentón, suave y serio, que replica a los labios. Me gusta tu cuello largo y fino, en el que me adivino energía para llevar la cabeza alta. Cuello que rueda a un escote profundo de huesos finos y encaja con las manos, de dedos larguísimos y nerviosos. Cada uno de esos rasgos en solitario es fuerte, excesivo, rotundo. El conjunto se equilibra, las transiciones son suaves, se contrapesan, se acompañan, y resulta de un modo misterioso el rostro extremadamente atractivo y femenino de quien sabe lo que quiere

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