ARTE

Antes la apreciación del arte, de la cultura, se basaba en el estudio y la reflexión de sobre los distintos modelos. La contemplación. Hoy se trata de escoger a toda velocidad, a simple vista, con una sola mirada, lo que pudiera valer la pena de entre una avalancha de mediocridad y posponer su contemplación para un futuro que auguramos aún más lleno de oferta. A este remolino estúpido aportan su granito de arena aquellos que pretenden añadir complicidad con el observador, con el espectador, su intervención. Añaden una capa de complicación que pretende acercar a la obra y produce rechazo. Ni siquiera me queda el consuelo de que me guste superficialmente, apresuradamente. ¡Tengo que fijarme porque me lo exigen! No me queda la elección de posponer el juicio. Teme el artista que me olvide de su obra mediocre y nunca llegue a contemplarla en un momento futuro. Pedante neurótico. Las olvidare todas. No te esfuerces.

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