Hay en el ambiente una idea claramente destructiva de los que son “distintos”. Se resume en que la vida es inherentemente valiosa y la felicidad es fácilmente alcanzable. Pero esto se aleja bastante de la realidad.
Las religiones suelen admitir que la vida es difícil, dolorosa, llena de perdidas, angustias, miedos y que además acaba mal. Siempre. Desde este fundamento, evidente por si mismo, construyen castillos conceptuales que permitirían el soportaría con la promesa de algo mejor, una vez acabada. Una vida eterna, un paraíso, esperan. Imponen reglas para ello. El miedo y el dolor no tendrán fin si no te sometes a tal o cual regla ahora.
La cultura no religiosa, ahora dominante, abjura de esto, pretende la felicidad en la tierra y afirma que está al alcance de cualquiera el conseguirla. Esta otra forma de ver el mundo happy-happy tiene iguales efectos perniciosos. Al igual que la religión, los happy-happy eliminan a todos los que no aceptan el trato que proponen; apartan y señalan a quienes no son capaces de ser felices con lo que, según ellos, proporciona la felicidad. Estos son extraños, rebeldes, incomprendidos, asociales, destructores. Y como a tales se les trata. Y en ocasiones, con una vuelta más de tuerca, se intenta protegerlos de si mismos. Los mecanismos de esta intervención son idénticos a los de la religión en sus momentos de mayor auge. Presión social, ostracismo, prohibición y criminalización de conductas, sustancias e ideas. Los religiosos y los happy-happy se diferencian en.. nada.
Son muchos quienes no encuentran en las religiones ni sentido ni consuelo. Hay muchos más que no son capaces de encontrar felicidad o alegría en la vida ordinaria y planeada que proponen los happy-happy. Que no ven, por mucho que busquen, felicidad en lo que unos y otros proponen, que al fin y al cabo no son más que normas. Son muchos quienes no encuentran alivio alguno en la obsesión por sujetarse a un orden. Que no son capaces de hallar sentido o alivio a la vida en las relaciones humanas. Al menos en las formas que unos y otros nos proponen como deseables, permitidas.
El único camino que queda es la evasión de la realidad. Cada uno como puede.