Nunca me cansare de esa mirada. Juguetona, obscena, gamberra, provocadora, ansiosa, egoísta, retadora, hambrienta. Esos ojos que, de pronto, adquieren un brillo que deslumbra y hacen propuestas desafiantes. Que se humedecen y destellan osados, haciendo apuestas que saben que aceptaré, a sabiendas de mi derrota. Que me miran divertidos sabiendo lo que va a pasar sólo porque lo desean. Que juegan conmigo cada tarde, cada noche, a la provocación más desvergonzada haciendo promesas que están ansiosos por cumplir.