Lejana, olvidada, distante y distinta. Eres como el Farallón de Medinilla, esa isla perdida en el mar inmenso, tan inmenso que es océano, que aunque no la miren, no la recuerden y no la quieran, que aunque no la visiten, se puede permitir simplemente estar y que aunque nos olvidemos de ella su presencia se nota. Si la isla un día no estuviera, volara o se la hubiera tragado el mar, todos seríamos más pobres. No tendríamos menos dinero pero si seríamos un poco más miserables porque algo importante faltaría. Faltaría un refugio en el medio de la nada del mar, eso sí, escarpado, agreste y difícil, en el que miles de pájaros alegres, algo locos, ruidosos, siempre activos y optimistas, anidan y revolotean. Yo quisiera ser el náufrago en esa isla abandonada, el habitante que hace señales no para que le rescaten, sino para que vengan tripulaciones bien vestidas en barcos de velas blancas y poder enseñar orgulloso su refugio. El Farallón de Medinilla es además la isla en la que tres, cuatro, grandes X repartidas por su esbelta geografía como lunares en un cuerpo de mujer señalan algo que aún no sabemos pero intuimos. Es una isla tatuada, algo muy propio de los mares del sur, con un nombre grabado que podría ser cualquier nombre y que entretanto no se desvela mencionamos con la letra de la incógnita. Yo aventuro que es una isla que arrastra un pasado, una isla que estando cercana a un puerto ajetreado, contrabandista, canalla y nocturno quizá tuvo amores con un faro o un farero o el capitán de un steamer y doliente, a ritmo de tango, se alejó. Huyó una noche de las luces de los faros que son, desde lejos en el mar, luminosos de puticlub haciendo promesas falsas de alcohol, amor y humo. Se dejó deslizar en las olas hasta ese lugar inaccesible por insólito, lejos también y sobre todo de las rutas de los steamers, que rápidos y eficaces, modernos y esbeltos, llenan el aire de carbonilla y convierten en cosa de mecánicos el oficio de navegar, arrebatándoselo a poetas y criminales. Yo la miro frecuentemente en el Google Maps sólo por ver si se ha movido de nuevo o simplemente si la incógnita se ha desvelado.