Arriba y abajo quedan separados por la marca que en la piel deja la goma de tu braga. Izquierda y derecha por la herida que llevas enterrada. Dentro eres tú y fuera soy yo, deseando entrar. Cerca es mi nariz olfateando tu cuello, bajo la oreja; lejos es cualquier otro lugar. Mucho es el deseo y poco el gramo de paciencia que me queda. Sólo ya mismo es pronto y ahora ya es tarde.