No debe ser confundido con el tonto infalible. El diagnóstico diferencial, importante en este caso, consiste en confrontarlos a ambos con la realidad. El tonto axiomático contiene en sí la semilla de la cual se puede derivar con sucesivos pasos lógicos toda la estupidez humana. Es por ello perfecto en su tontería. Pitagóricamente esférico. El tonto infalible por su parte es siempre y en todo momento completamente tonto pero sin reglas o criterios a priori. Puesto en el disparadero de elegir me quedo sin dudarlo un instante con el tonto infalible porque desde Gödel sabemos que todo sistema axiomático recursivo y autoconsistente lo suficientemente poderoso como para describir la realidad es por naturaleza incompleto. Por contra el tonto infalible, como predicamos del Papa, no se sujeta a límite lógico alguno sino que responde sólo a la intuición para acertar en todas sus decisiones y serlo siempre y en todo momento. Como aventurada explicación diremos que muy probablemente “intuición” es uno de los 72 nombres de Dios, de lo que se deduciría que su explicación es cosa que atañe más a la teología que a la biología.
A ver si me deja comentar esta entrada.
Para mí, bergoglio , al que un amigo de la infancia de mi germanófilo , monseñor y jesuita , admiraba y le decía ya verás, ya verás con este papa, vuelves a la Iglesia… este papa ni siquiera llega a lo del tonto infalible. Y encima, ni siquiera les llega a los zapatos a sus predecesores, Benedicto XVI, Juan Pablo el polaco, Montini, Pío XII … Incluso Juan XXIII, que me pareció funesto con su Concilio Vaticano, tenía otra pinta.
Este, directamente dá grima. Parece un sapo venenoso. Y pido perdón a los sapos.
Y ya sé que lo de menos es el físico, pero no es verdad. Que un monstruo puede resultar quisible, si se le nota una miajita de inteligencia, de ser capaz de pensar…