Si alguno de ustedes va a Parga, provincia de Lugo, y por un casual se aburre, algo perfectamente posible, puede hacer el stop, mirar prudentemente a izquierda y derecha y cruzar la vía del tren por el paso a nivel. Luego ya, dando un paseíto, llegarse hasta el río. El río Parga, que nombra al pueblo o viceversa, por allí pasa manso y silencioso, oscuro y solemne en varios tonos de verde y amenaza truchas subrepticias y voraces y ahogados en traje de domingo. Si tuercen ustedes a la derecha nada más cruzar el puente en veinte minutos se plantan en Friol, también de la provincia de Lugo. Digo veinte minutos porque son veinte kilómetros lo cual presume tener a disposición algún potente medio mecánico, cosa que menciono por no faltar en nada a la verdad en esta historia o inducir a errores con involuntarias omisiones. Friol es un pueblo, uséase, una población que ha dejado de ser aldea pero no ha alcanzado la categoría de villa, que tiene la particularidad de que está un poco cuesta abajo, según se llega. En Friol para el coche de línea que viene de Lugo, tiene el monasterio de Sobrado a tiro de piedra, campo de la feria hoy reconvertido en parque y cafetería moderna con mucho dorado, moldura de madera brillante y televisores con futbol de Canal+. Los pueblos con carácter, con intención y voluntad, y éste lo es, tienen plaza de tonto que en Friol lleva muchos años vacante por razón de un desgraciado atropello.
¡Vive Dios que lo bordas!
Gracias, Perro.
La ‘GOLOSA PRAGUERA’ de Lugo…no falla… Estuve hace muuuuuucho tiempo ahí. Mucho, pero para cosas no muy importantes.