El maestro Shotokan Pinpon reunió a sus discípulos y les propuso el siguiente koan:
“Cuando me pongo las gafas lo veo todo, excepto las gafas.”
El discípulo Mishi Onishi meditó largamente y cuando empezaban a caer mansamente las flores del almendro volvió y dijo:
“La realidad no es un espejo, no te mires a ti mismo, sino a través de ti.”
El discípulo Koji Kabuto meditó aún más largamente y cuando empezaban a caer mansamente las primeras nieves volvió y dijo:
“El maestro sin las gafas no ve las gafas y tampoco las ve con ellas. Sólo el sabio sabe que es imposible conocerlo todo.”
El discípulo Neftalí, hijo de Jacob y Bilhah, hermano de José, Judá, Isacar, Benjamín, Leví, Gad, Aser, Simeón, Dan, Zabulón y Rubén, padre de Jahzeel, Guní, Jézer y Silem meditó largamente en el desierto, sacrificó un cordero, consultó toda la bibliografía existente y se aconsejó con los sabios de las doce tribus reunidos en consejo y en el tiempo que empezaban a arrullar mansamente las mariposas volvió y dijo:
“Como todas las cosas están llenas de mi alma todas las cosas emergen llenas del alma mía.”
El discípulo Ludwig meditó largamente y cuando empezaba a caerle mansamente el pelo canoso volvió con un atizador y blandiéndolo amenazante dijo:
“El mundo es todo lo que acaece, la totalidad de los hechos, no de las cosas. Pero de lo que no se puede hablar, mejor es callarse.”
El Maestro Shotokan Pinpon reunió nuevamente a sus discípulos y les habló así:
“Queridos discípulos, amantísimos catecúmenos, en ocasiones no es necesario un reply, basta un FAV o, si mola mucho, un RT. De todos modos gracias por participar.”