Cocer un huevo es aburrido. Para cocer un huevo, además de estar en posesión material de un huevo, basta un cazo con agua, una fuente de calor y esperar. Esperar es aburrido y cuando uno se aburre fuma o fabula. Yo, si las circunstancias son propicias, hago ambas cosas al tiempo.
Dice la tradición oral que para cocer bien un huevo hay que rezarle un Credo Niceno Constantinopolitano empezando justo cuando el agua rompe a hervir; no antes, no después. Hago la expresa advertencia de que no vale para este menester un Credo de trámite, rapidito y a pasar, como hacemos en la Santa Misa, que el huevo de algún modo lo percibe y no cuaja. Son los huevos, en estas cosas, mucho más exigentes que los sacerdotes modernos, ya ve usted. Los huevos son preconciliares, por decir algo suave.
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