Hay ocasiones en las que uno se despierta con el pie que no es y de consecuencia le invade el alma ese ánimo que lleva a la gente a pisar charcos, aunque sobre qué es y qué no es un charco, ya sabemos, hay opiniones. Al fin y al cabo la mera definición sirve también para un estanque, una laguna, una alberca e incluso, apurando, es charco la mar océana si uno con ella tiene familiaridad o en el carácter soberbia. Así que, hallándome en un estado que diríamos plasmático, misteriosamente y al tiempo humilde y soberbio, me lanzo a proponer.
Alberto Giubilini y Francesca Minerva son filósofos de los antiguos, de esos a los que les va el rollo viejo del bien y del mal. Ese asunto, amen de viejo, es espinoso y movedizo y de asaz candente actualidad desde el tiempo prelapsario. Todos creemos distinguir qué está bien o mal, si bien la gente del común nos aproximamos a tales conocimientos por medio de la tosca intuición.