EXCELSO PROCRASTINADOR

Me tumbo y pienso cuán apasionado soy de la inacción. Podría ser un activo defensor de la vagancia, pienso, pero estaría traicionándome, concluyo. Esa inmovilidad que me inunda es la esencia de la naturaleza humana, medito, porque combina a la perfección lo racional que me es propio y distingue del resto de los materiales que componen el universo con ese latido mínimo, esa inercia de lo inerte. Tumbado pienso en no hacer nada, en seguir sin hacer nada, en seguir observando cómo la entropía aumenta e imaginar el universo en toda su gloria futura. En el estado de gracia de la pausa infinita. Pienso, tumbado, en que la acción es la semilla de todo mal; en un cielo lleno de ángeles y santos en extática beatitud; en un infierno bullendo de optimistas hiperactivos pergeñando mejoras, planeando futuros venturosos, proyectando utopías.

Vago es sustantivo despectivo y adjetivo de contornos difusos, pienso, así que prefiero procrastinador. No se puede ser absolutamente vago, pero se puede ser un excelso procrastinador. Dicen, recuerdo, que los procrastinadores posponemos la acción, en un perfecto cálculo económico, hasta el instante en el cual mantenerse inactivo tiene un coste superior al esfuerzo de la acción. Puede ser, pienso, notando algo de presión en la vejiga y cambiando lentamente de postura para evitar levantarme al baño. Tiene sentido. Los procrastinadores no empezamos guerras, ni buscamos a nadie para causarle un mal, somos gentes de buen conformar, no exigimos atención, comemos cuando el hambre aprieta y no nos reímos de chistes sin gracia, pienso despacio, recreándome.

Tumbado, levemente amodorrado, pienso que me parezco demasiado a Adán, ese tipo que, incapaz de resistirse a la acción, la cagó. Adán, recuerdo, fue desahuciado del paraíso donde vivía sin nada que hacer y tuvo que empezar a buscarse activamente la vida. Adán seguramente era lo que los antropólogos llaman un cazador-recolector, una cigarra que come cuando el hambre aprieta. Eso, que en el paraíso era posible dejó de serlo al ser expulsado. Fuera, donde el frío, las estaciones y sus inclemencias no proveen todos los días del año, hay que ser hormiga; hay que ser agricultor. Afanarse, esperar la suerte de la cosecha y almacenar. Yo, los procrastinadores, los descendientes directos de Adán, portamos un gen, diría que activo, pero sonaría contradictorio, que se manifiesta en el rechazo al futuro y los planes. El ansia de la actividad despierta sólo ante la perentoria urgencia de la comida, como ejemplo de necesidad físicamente percibida.

Aquí tumbado medito sobre la inactividad y la santidad, y la vuelta al paraíso que de ella deriva. El ascetismo que implica y la cercanía conceptual con la vida anacoreta, esperando que la naturaleza, como a los pájaros del cielo, que ni siembran, ni cosechan, ni acumulan en graneros, satisfaga las necesidades mínimas. La vida, pienso, siguiendo a Lucas evangelista, vale más que la comida y el cuerpo más que el vestido. Ese gen, tan antiguo, tan de los albores de la humanidad, de cuando los primeros hombres vagaban hasta encontrar comida y paraban a hacer la siesta, algún tipo de ventaja evolutiva ha de tener o de lo contrario se habría extinguido. Sigo, tumbado, pensado en esas posibles ventajas.

 

2 thoughts on “EXCELSO PROCRASTINADOR

  1. BUENO¡
    La acción es una consecuencia de la reflexión, al menos en lo que yo conozco algo bien, que es mi caso concreto.
    Estar vivo ya es una acción bastante fatigante de defensa de lo externo.
    Necesito hacer cosas para mi mundo.
    Desisití hace algún tiempo de arreglar las cosas, para tratar de arreglar mis cosas (algunas).
    Muchos temas es mucho mejor dejarlos para luego, para mañana…para después.
    La cosa va de necesitar poco…cuanto menos necesitas, menos esfuerzo requieren las cosas, y además pagas muchos menos impuestos.
    El esfuerzo en ese caso pasa a ser gratificante.
    Detesto el deporte…aficionado o profesional.
    Esfuerzos vanos¡¡¡
    En el tema entrópico y de la materia del universo … discrepamos.
    Pero es lo que tiene pensar por uno mismo … que las cosas no se parecen mucho.
    Como siempre el texto es imperdonable no leerlo.

  2. Las hormiguitas en realidad lo pasamos mal y os envidiamos, nuestro gen nos impulsa al continuo movimiento corporal y mental. Quién pudiera descansar.

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