EL NIÑO DE LA VACA

No quiero escribir de vacas. Prefiero hacerlo de la culebra que no tiene lados, al contrario de la vaca, animal que a ojos de un niño en eso excede. Seis, nada menos. Una culebra, por adolecer de lados, da menos juego, pero si la miramos con los ojos del topólogo, que es un tipo pensativo con gafas de cristal grueso y una bata blanca, es una superficie de género tres, como un humano normal. La vaca también es de género tres, pero tiene cuernos. Esas sabidurías, que no son nada de abuela, no las tiene un niño, pero los infantes siempre intuyen algo de los asuntos de los mayores. Se coscan los marrones. Caso de hablar de vacas me vería obligado a mencionar el estómago supernumerario de rumiante y las ubres lactíferas y la cara con cuernos. Hay cosas que me dan pereza y aún más pensar por qué exactamente me dan pereza. No me da pereza, y aún me gusta, recordar que un mundo en dos dimensiones los seres vivos cagaríamos por la boca, so pena de vivir literalmente partidos en dos, cosa que no tiene sentido salvo para el mismísimo Espíritu Santo. Éste, como su propio nombre indica, tiene tres mitades, todas igual de grandes que el total. Dicho así, a + b + c = a = b = c, parece un teorema de Fermat o algo peor, algo insoluble. Eso no lo dice A. Square, en su «Planilandia: una novela en muchas dimensiones», porque en realidad era así como abate, o cura, y gente de tal jaez huye de lo soez. Lo de hacer de vientre por la boca no es plato de gusto, así que uno entiende que el autor rehuse. Es Planilandia una novela interesante, o quizá no, que a mi me lleva a esos pensamientos de bichos en dos dimensiones que regurgitan por donde ingieren. Como novela tiene tres dimensiones, al menos la mía, que es una fotocopia o un PDF que imprimí, no recuerdo. Tiene las grapas mal puestas, como todas las que ha puesto la humanidad. Un día alguien descubrirá las ecuaciones que describen las fuerzas, resistencias y ángulos involucrados en la colocación de las grapas y le ratearán los honores que merece. Acaso un IGNobel envuelto en mucha chunga y cachondeo. Nadie reconoce la importancia de la grapa bien puesta cuando nosotros, las legiones de chupatintas que abarrotamos oficinas y escritorios, sufrimos con cada fracaso, con cada piececita de alambre retorcido sobresaliendo del mazo de papeles. Los hoi polloi del papeleo vivimos con infinita tristeza y nula esperanza porque el remate de cada expediente será una decepción. La grapa, ese metal que debería ser medalla al trabajo bien hecho, acaba siendo una porción de metralla en la carne de un recluta. Esquirlas de fuego amigo, para más inri. Bartleby, y me apuesto una culebra sin lados o una vaca con seis, dejó de escribir porque para qué, si al final la grapadora es una mierda. A Edwin Abbott Abbott, el Autor de Planilandia, lo de la escatología en su segunda acepción le cae lejos, siendo que la primera es propiamente lo suyo, eso por lo de cura. Las postrimerías son algo así como el big bang del final de los tiempos, uséase, el big crunch, y de todo ello habla la escatología por boca de los curas. Una vez leí de un tipo que proponía la cosa culta de usar escatología para una de las acepciones y esjatología para la otra, por alguna oscura razón etimológica y con el ánimo de huir la homonimia. No creo que la cosa fructifique que anda la RAE enfangada en cosas de enjundia, como las toballas, las cocretas, y las besameles. La RAE es mucho de feria y fritanga, si uno bien lo piensa. El Niño de la Vaca tampoco escribe de gatos, ni de gatopardos, que también son animales de género tres, al igual que Eva y su querido Adán. La culebra ya se dijo que también pero conviene repetir según qué cosas. Las bragas que Eva no llevaba, no, que esas son de género dos, como todas las bragas. La culebra no las lleva y parece una verga, cosa que lleva a pensar en que Adán lo mismo estaba poco armado y en la intuición esa del psicoanalista vienés sobre la envidia del pene. También Lacan, que dice muchas cosas inconexas como el Niño de la Vaca pero sin gracia, habla de topología pero no recuerdo si mienta la bicha. En todo caso lean a Abbott y olvídense de Lacan.

One thought on “EL NIÑO DE LA VACA

  1. Joder Morgan como tienes el día.
    Con el permiso de Follan… sacaré mi manual, y puestos a preferir, prefiero el donuts, o la más castiza rosca.
    Que como no nos comemos muchas, o ninguna, pues da para más imaginación.
    El toroide es una figura que para los topólogos da un gran juego, y permite muchas cosas con agujero.
    Y las cosas con agujero son mucho más carnales.
    En cuanto a las dos D … uno se planteaba que el punto, no tendrá dimensiones, pero se puede hacer lo grande que quiera el dibujante, para que por el pase todo el imperfecto universo de los no diestros.

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