LA LíNEA IMAGINARIA

Circula por las calles, unos a pie, otros andando, peña de lo más variopinta y que hacen bueno lo de que hay gente pa’ to’. Sisenando García, pinchadiscos los veranos y ayudante de pastor los largos inviernos serranos, sufría mucho porque le sobraba una pierna, la izquierda, por más concretar, pero sólo de la rodilla para abajo. No es el caso de que Sisenando tuviera más piernas de lo normal, que aquí, y más o menos en todas partes, vienen siendo dos. Él tenía sus dos extremidades tan normales, como usted o yo, pero, según explicaba, le sobraba una. Estas cosas no se entienden mucho, la verdad, pero quién es uno para decirle a nadie cómo tiene que ser o sentirse; lo educado es escuchar con atención y respeto. Sisenando te lo explicaba con mucha expresividad, pasando el dedo por la línea imaginaria, que sólo el veía, que separaba el hasta aquí sí del más allá no, intentando hacerte entender lo que para él era evidente. Yo soy muy de la libertad y tal y si me dices que te sobra una pierna, que esa cosa que te cuelga de la cadera no es más que una indeseable excrecencia, pues mira, allá tú y tus cosas. Luisa, la de la peluquería, cuando se separó vendió en coche y se fue en bus a la ciudad a ponerse tetas, como las rubias de las revistas, y a todos nos pareció perfecto, digo por poner un ejemplo. Y lo de los judíos, que por lo que aquí se cuenta se cortan todos la punta del capullo, pues igual de bien. Si piensan que Dios dejó el muñeco de barro mal rematado y llevan a gala quitarle la rebaba qué nos vamos a meter nosotros. Aquí no hay ninguno, que se sepa, pero no creo que a nadie le importase que viniesen a pasearse así, con la minga podada, siempre que no se empeñaran en judaizar llevándola al aire. A Sisenando no había quien le hiciera razonar y le dio por recoger la pierna sobrante doblada contra el culo con unas correas y caminar con muletas, haciendo como si no existiese. A la larga los apaños nunca satisfacen, porque son apaños, y eso pronto dejó de servirle de alivio. Nada hay más importante que conocerse a sí mismo, decía el sabio, y si echas cuentas y ves que falta lo que tiene que haber o sobra mucho de lo que hay, pues toca poner remedio. En general todos queremos más, como Luisa, o el mismo Adolfo el de la ferretería, que se hizo un JesXtender mirando la foto de una revista y a poco se arranca la polla, pero eso quizá es que estamos atrapados en una sociedad consumista y nos extrañan los que quieren menos. A mi eso no me cuadra, la verdad, pero todo puede ser. Cuando Sisenando empezó a decir, dejándolo caer aquí o allí en conversaciones casuales, que se la iba a cortar con una motosierra o tumbándose al paso del tren, al principio lo tomamos a coña pero luego cundió la preocupación. Su madre hizo una novena a San Antonio y su padre le quemó las muletas y lo llevó, a hostias, a ver al médico. San Antonio la dejó correr, será que no lo tenía claro, y el médico no vio razones que aconsejaran intervención de ningún tipo y menos la amputación. Quiérese decir que, revisado por la autoridad sanitaria, Sisenando no tenía piernas supernumerarias, algo que estaba corrido como posible explicación. Más que como solución como temporal componenda, y a la espera de algo mejor, su padre y dos tíos empezaron a turnarse para que alguien estuviese siempre con él, no fuera a hacer la barbaridad prometida. También guardaron la motosierra bajo llave y escondieron la gasolina, abundando en la prudencia. Se postularon numerosas explicaciones en la barra del Mesón Angelito y en los corrillos al salir de la iglesia y según la freudiana Sisenando, de niño, anduvo salido por una coja, o algo así, y eso le dejó tan marcado que de ahí el ansia por la motosierra feroz. Qué tendrá que ver una cosa con la otra es, pienso yo, lo que llaman el misterio de la ciencia, en el que crees o no crees. Yo no creo. Un día, antes de alcanzar un consenso general sobre las causas y sus orígenes, en las fiestas de Febrero, los mozos convencieron a Sisenando de que por cien duros le cortaban la pierna. Cuando escapado de sus vigilantes apareció feliz a la cita, con un billete de quinientas nuevecito con la cara seriota de Rosalía, lo agarraron entre todos y lo echaron al río, al que poco le faltaba para congelarse, y de seguido marcharon a gastar la pasta en vino. Me creerán o no, allá cada cual, pero a Sisenando se le pasó la tontá por una temporada larga. Y a partir de ahí, cada vez que le venían las ansias y la pierna le empezaba a sobrar, al río que lo echaban. En los pueblos algunas cosas se arreglan con tratamientos tradicionales que, en ocasiones, tienen sólido fundamento científico.

UNA NOVELA RUSA

Boris Timofeitch Ismailiov esperó un año desde la muerte de su esposa, Liubna Filomenitch Viskeitilova, para retirar el luto y seis meses más para declarar su amor a Irina Fanáilova Kersnóvskaya, a la que amaba desde que, niños ambos, se conocieron en la dacha del conde Aleksandr Jristofórovich Benkendorff, general del Regimiento de los Dragones Imperiales de Borisoglebsk. De aquel lejano tiempo recordaba los dorados campos de mies, las excursiones de caza con Igor Kolontai Klimov y Mijail Simeon Avvakhum, la alegre sonrisa, el luminoso rostro de Irina Fanáilova y aquellas hermosas tardes, bajo los álamos, a la ribera del río Betsk, en las que el tiempo parecía no pasar y la vida discurría como un viaje en globo aerostático, mecida por amables fuerzas invisibles, levemente errática, lejana en sus detalles. Irina Fanáilova respondió rechazando con serenidad pero firmeza su petición —¡Contigo no, bicho!— y Boris Timofeitch Ismailiov, desesperado, se suicidó disparándose en la cabeza porque esta, señores, es una novela rusa.

GATO POR LIEBRE

El clima no se altera con vuelos de aviones fumigando, se cambia con el HAARP, algo que sabe todo el mundo. Con esas antenas los americanos cambian la lluvia de sitio, provocan terremotos y suben y bajan en IVA y el PIB a su conveniencia y antojo. Los falsos conspiranoicos de los chemtrails sólo intentan desviar la atención para que lo verdaderamente grave pase desapercibido. Efraím Podolski, aviador y filatélico de Lugansk se hizo con las pruebas de la conspiración por casualidad, al comprar en un mercadillo de Sievierodonetsk un violín usado. Se puso a cambiar el forro a la caja, que estaba un poco ajado y con manchas sospechosas, y bajo éste descubrió documentación de la NSASS (National Security Agency Super Secret) que escaneó e intentó hacer llegar a Wikileaks en un CD. Efraím no sabía que los grabadores de CD dejan un rastro en todos los discos que graban, un código secreto que los identifica y permite rastrear el aparato grabador, quién lo adquirió, dónde y cuándo se usó. Eso permitió a las agencias localizarlo mientras cumplía con la naturaleza en el baño de una gasolinera en la Nacional VI, entre La Bañeza y Astorga, y procedieron a neutralizarlo sin compasión. Siempre quedan cabos sueltos y el periodista Faustino Meneses, el encargado de las esquelas en el diário La Opinión de Astorga y cinturón amarillo/verde de judo, encontró esa muerte sospechosa y, contra la opinión de sus jefes, inició una larga investigación en solitario que no le llevó a ningún lado, que se sepa, pero aún así publicó un libro que contiene todas las claves, motivaciones y revelaciones de este asunto tan turbio y, en varios anexos, la receta del cocido maragato, las proporciones de un compuesto homeopático que cura la acidez y cómo dar gato por liebre. Es fácil, sólo hay que cortarles el rabo, las orejas y sacarles los dientes; luego se sigue la receta del conejo de toda la vida alargando algo los tiempos. Faustino compartió aislamiento con un primo mio en el psiquiátrico de Valladolid, donde lo encerró su esposa, agente durmiente del Mossad, que presentó en el Juzgado papeles falsos para conseguir una orden de internamiento involuntario. Luego, de inmediato, lo cual se ve que estaba planeado, se lió con un tal Amando Botas, de Castrillo de los Polvazares, un carnicero al que Faustino acusaba de fraude a los consumidores y, figuradamente hablando, tiró la llave de la celda. En el famoso Anexo VI del grueso volumen de Faustino este explica cómo el Gobierno americano sustituyó las antenas del HAARP, todas concentradas en Alaska, por un modelo moderno de emisión distribuida de ondas malvadas (Evil Wave Distributed Emision, por sus siglas EWDE) usando los postes de la telefonía móvil. Mi primo, que en realidad es el marido de una prima segunda, me envía cartas cifradas que escribe con caligrafía pendolada en los meses de primavera en el jardín, bajo un álamo añoso. Para hacerlo, me dice, se pone un gorro de papel aluminio de doble capa y mete también unas hojas en los calzoncillos, envolviendo sus partes, como los traumatólogos cuando te hacen radiografías. No es que tenga pruebas de que los EWDE afecten a las criadillas, como sí hacen los rayos X, que te las rechumen sin que te des cuenta y un buen día te levantas capón, sino que nunca está de más proteger la mercancía valiosa, más que nada porque, me cuenta, hay una ATS que está de muy buen ver y tiene planes. Él tiene planes, y me consta que muy detallados, la ATS no sé. Mi primo, que no es exactamente mi primo, esto ya se dijo, me escribe todas estas cosas porque se siente solo desde que a Faustino le dieron el alta después de una serie larga de electroshoks. Ahora pasea por Castrillo empujando un carrito del Mercadona y contando los gatos por ver que no falte ninguno y escribiendo cartas de denuncia a la Consejería de Sanidad y al Procurador del Común, lo que viene siendo el Defensor del Pueblo, Calle Sierra Pambley, 4, 24003, León. Yo leo las cartas de mi primo, que ya digo no es tal, y pienso en el triste final del tal Podolski y me come la curiosidad por saber qué fue del violín.

CON GOLOSA FRUICIÓN

Si alguno de ustedes va a Parga, provincia de Lugo, y por un casual se aburre, algo perfectamente posible, puede hacer el stop, mirar prudentemente a izquierda y derecha y cruzar la vía del tren por el paso a nivel. Luego ya, dando un paseíto, llegarse hasta el río. El río Parga, que nombra al pueblo o viceversa, por allí pasa manso y silencioso, oscuro y solemne en varios tonos de verde y amenaza truchas subrepticias y voraces y ahogados en traje de domingo. Si tuercen ustedes a la derecha nada más cruzar el puente en veinte minutos se plantan en Friol, también de la provincia de Lugo. Digo veinte minutos porque son veinte kilómetros lo cual presume tener a disposición algún potente medio mecánico, cosa que menciono por no faltar en nada a la verdad en esta historia o inducir a errores con involuntarias omisiones. Friol es un pueblo, uséase, una población que ha dejado de ser aldea pero no ha alcanzado la categoría de villa, que tiene la particularidad de que está un poco cuesta abajo, según se llega. En Friol para el coche de línea que viene de Lugo, tiene el monasterio de Sobrado a tiro de piedra, campo de la feria hoy reconvertido en parque y cafetería moderna con mucho dorado, moldura de madera brillante y televisores con futbol de Canal+. Los pueblos con carácter, con intención y voluntad, y éste lo es, tienen plaza de tonto que en Friol lleva muchos años vacante por razón de un desgraciado atropello.

 

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SE TRASPASA

A las once y algo bajé a tomarme un cortado al bar de siempre, en parte por salir al frío y contar pingüinos y en parte porque cierra. Estas cosas las sabe uno porque lleva un mes con el cártel de SE TRASPASA y porque el lunes vienen al despacho la saliente y el entrante a firmar los papeles. La pasta que pagan por el chigre de 20 metros y reforma del siglo pasado, sumado lo contable y lo extracontable, como diría el contable que lo iba a contar todo, me parece una burrada. Se acerca un nuevo boom, o un crack o lo que sea. Las personas sensibles viven estos finales con una mezcla de nostalgia y esperanza, unos se van, otros llegan, el vivo al bollo y tal. Los autistas, alextímicos y apáticos no sentimos eso pero algunos acaban desarrollando la capacidad de imitar emociones convincentemente. Que la esperanza en el futuro consista en la posibilidad de un nuevo boom y el consiguiente crack no es para echar cohetes, pero menos da una piedra. En estas estaba cuando entró el cartero haciendo bromas a gritos, inconsciente de la despedida sobria y viril, sin palabras ni gestos, que se estaba produciendo en ese instante entre un servidor y el local y la parroquia asidua, mientras revolvía por última vez ese café que durante tanto tiempo me ha acompañado y que es tan parecido en sus efectos a la baba del Alien. Hay gente así, que interrumpe con el aplomo de un Churchill y la inoportunidad de las suegras. Gente expansiva y que toma decisiones arriesgadas, que impide meditaciones con acciones. Como no había nadie, me explica, dejó otra multa para mi padre y un paquete con libros a la portera de la casa vecina. Que como son libros que te vienen de no sé dónde, y te conozco, sé que prefieres tenerlos el fin de semana. Habla con vozarrón de tribuno y gestos amplios de musulmán vendiendo alfombras mientras señala con la mano su carrito amarillo, que se congela en la doble fila de la acera, al lado de las mesas de la terraza que estos días nadie limpia porque para qué. Entre el carrito y las mesas pasa sorteando Luisa, que trabaja en la oficina del primero, la hermana de Antonio, mi amigo de la infancia con el que iba de correrías en la Derby Diablo. Habla preocupada al móvil y camina mirando pero sin ver, con una urgencia ausente impropia de este frío polar. Los comerciales son así, pienso, y le doy las gracias al cartero por la atención y la diligencia y, esto sólo lo pienso, esa curiosidad amable de la vida de los otros, tan suya, y le invito a un café que rechaza. Estas cosas, tentar al destino ofreciendo excitantes a un hiperactivo, me salen de natural así que, si todo alrededor parece derrumbarse quizá sea por esta clase de detalles. Le acepto el ofrecimiento de uno de esos híbridos de cigarrillo y purito que él fuma, aunque sé que son algo más tóxicos que un insecticida. La dueña me regala, liquidación por cierre, una botella de un azumbre de un Rioja Reserva con buena pinta pero ya veremos y quedamos para el lunes y salgo animado al frío a recoger los libros de Gómez al portal que me han indicado. Es viernes y esto se acaba por un par de días, los libros vienen dedicados y se me ha ocurrido un plan urgente y apetecible de cuándo y con quién beberme el vino y todo ello me alegra el día. Mientras los hojeo y leo prometedores párrafos sueltos suena en el esmárfono el ruidito del guasap por el mensaje de un número desconocido. Siento darte malas noticias, se ha muerto Antonio, dice, y aunque conozco muchos Antonios de inmediato sé de cual se trata. De pronto todo es absurdo, con mis libros y mi garrafón y mi alegría, ahora tan improcedente, encima de la mesa de trabajar.

EL KOAN

El maestro Shotokan Pinpon reunió a sus discípulos y les propuso el siguiente koan:
Cuando me pongo las gafas lo veo todo, excepto las gafas.

El discípulo Mishi Onishi meditó largamente y cuando empezaban a caer mansamente las flores del almendro volvió y dijo:
La realidad no es un espejo, no te mires a ti mismo, sino a través de ti.

El discípulo Koji Kabuto meditó aún más largamente y cuando empezaban a caer mansamente las primeras nieves volvió y dijo:
El maestro sin las gafas no ve las gafas y tampoco las ve con ellas. Sólo el sabio sabe que es imposible conocerlo todo.

El discípulo Neftalí, hijo de Jacob y Bilhah, hermano de José, Judá, Isacar, Benjamín, Leví, Gad, Aser, Simeón, Dan, Zabulón y Rubén, padre de Jahzeel, Guní, Jézer y Silem meditó largamente en el desierto, sacrificó un cordero, consultó toda la bibliografía existente y se aconsejó con los sabios de las doce tribus reunidos en consejo y en el tiempo que empezaban a arrullar mansamente las mariposas volvió y dijo:
Como todas las cosas están llenas de mi alma todas las cosas emergen llenas del alma mía.”

El discípulo Ludwig meditó largamente y cuando empezaba a caerle mansamente el pelo canoso volvió con un atizador y blandiéndolo amenazante dijo:
El mundo es todo lo que acaece, la totalidad de los hechos, no de las cosas. Pero de lo que no se puede hablar, mejor es callarse.”

El Maestro Shotokan Pinpon reunió nuevamente a sus discípulos y les habló así:
Queridos discípulos, amantísimos catecúmenos, en ocasiones no es necesario un reply, basta un FAV o, si mola mucho, un RT. De todos modos gracias por participar.”

LA CONSPIRACIÓN

Herbert Masiegell descubrió por casualidad a principios de 2014 la cura para personalidad extrovertida y antes de poder publicarla apareció asesinado, el 23 de Septiembre del mismo año, en el baño de un motel de Pensacola, Florida. Todos los indicios apuntan a que los directivos de Facebook y Twitter pagaron asesinos a sueldo albaneses al ver que peligraba su negocio. El intento de dar a conocer el remedio para uno de los mayores males del mundo moderno, el síndrome de la intimidad revelada, que dichas multinacionales convierten en negocio, le costó la vida a este ingeniero de minas autista de 52 años nacido en Anchorage, Alaska en el seno de una familia de emigrantes lituanos afásicos que huyeron de la pobreza desatada tras la caída de la URSS. No se conservan notas, apuntes o documentos de la investigación que le llevó a tal descubrimiento, ni de sus conclusiones, pero aventuran los medios alternativos que investigan el suceso que podrían haber sido destruidos para siempre por quienes ordenaron su muerte. En cuanto se conoció la noticia, objeto de una filtración de Wikileaks, se hizo viral y abundan los testimonios de víctimas que cuentan con profusión de detalles íntimos cómo el haber revelado datos personales en las redes sociales ha arruinado su vida. Los hashtags #ExtrovertConspiracy  y #JusticeMasiegell son trending topic en Twitter desde el viernes, y en Facebook las noticias más compartidas. La similitud con el caso de Omar Niemayer, el ex futbolista brasileño que inventó el motor de agua del grifo y apareció muerto en un burdel gay de Florianópolis, presuntamente por orden del cartel petrolero y los jeques saudíes, ha desatado oleadas de ira contra las multinacionales. Portavoces de Facebook, Twitter e Instagram han declinado hacer declaraciones remitiéndose a sus respectivos TOS (terms of service). En todos ellos se recoge de modo expreso que la empresa no facilita datos, comentarios o valoraciones sobre los asesinatos que ordenan, sus proveedores y sus planes a largo plazo para dominar el mundo.  #JusticeMasiegell

EL NIÑO DE LA FOTO

El Niño de la foto tiene orejas de soplillo y de implantación baja y todo el mundo sabe lo que eso significa; esa gente deambula por el mundo plenamente consciente de su propia importancia, seguridad que les presta el padecer un bajo cociente intelectual. Así, el niño, enfundado en sus pantalones cortos de cuadritos, cortos del corto de la selección en los tiempos de Rexach, y con la manitas en los bolsillos, mira a la cámara con una seguridad apabullante, un aplomo imposible para su edad. Los zapatos tan infantiles, tan de charol empañado de polvo de paseos y no juegos, tan merceditas para varoncito de clase media de provincias, le prestan un punto ridículo que adivinamos es cosa de madre amantísima, si bien con la anuencia y aprobación, con el orgullo incluso, de esa alma serena y sencilla que se le desborda por los ojos grandes y oscuros. Unas pestañas gruesas y regulares enmarcan esos ojazos de chivo expiatorio, de inocente desconocedor de su propia pureza. Se disparan como los rayos que le pinta a los soles, siempre arriba y a la derecha, que presiden sus dibujos de ayuntamientos o catedrales, todos con mástiles en los que ondean banderas españolas. El alma noble, sin vueltas, de ciudadano ejemplar, de hombre de orden, es algo con lo que uno nace o no nace, don de dios o maldición del demonio. Uno adivina que al niño la vida lo endurecerá sin cambiarlo, que de esa media sonrisa colorada como el hierro en la forja hará a golpes una media mueca de tristeza que nunca llegará a ser el rictus del descreído. Hay cosas y personas que, por fortuna o por desgracia, no tienen margen para el cambio, que no transigen con el mundo porque su alma no dobla, si acaso rompe. El niño de la foto, entretanto, usa pijama azul celeste con vivos azul marino al cual abrocha el botón del cuello y zapatillas de felpa de tartán, a la espera de hacer la primera comunión y vestir, a las eucaristías de domingos y fiestas de guardar, abrigo loden y reloj cadete waterproof de 18 jewels. 

A OJO DE BUEN CUBERO

Los bebés sanotes, esos bebés gorditos con brazos y piernas que son pura redondez, me evocan siempre la imagen de un tubo de pasta de dientes. A nada que te descuides de las entrañas de unos y otros sale una increíble cantidad de producto, una interminable longaniza cremosa. La esfera y en menor medida el cilindro son el contenedor perfecto si atendemos a la relación superficie exterior y volumen contenido. Por eso cubicar esferas y barriles tiene su aquel que domina el buen cubero. Siempre hay más de lo que parece porque la superficie es poca y el ojo se deja llevar. Vamos, digo yo que será por eso. Aventuro también que los bebés este detalle lo desconocen, al igual que desconocen otras cosas también irrelevantes, pero de algún modo lo intuyen en una suerte de sabiduría genética transmitida de generación en generación. Lo de la pasta de dientes no, eso es cosa de ingenieros imitando a la naturaleza, solución, la del Colgate o El Torero, que replica la usada en extintores y bombonas de butano. Los bebés también son, en muchas ocasiones, bolitas rosadas e incluso anaranjadas y, mira tú, resultado de la decidida aunque subrepticia intervención del butanero, esa especie de capitán pirata en tierra, un amor en cada puerta. Puede establecerse una gradación en los tonos del rojo en orden decreciente o en disminución, a saber: extintor, butano, bebé rosicler. Eso excluye a los que, como yo, nacen ya color tierra de Siena y que, a nada que les da luz, se vuelven color marrón zapato. Esos, desconozco la razón, suelen tender a flacuchos, como si mal alimentados, y son más sencillos de cubicar. Eso no quiere decir que esos bebés, los torrefactos, no produzcan similares cantidades de heces, lo que antes llamamos producto. Lo que ocurre es que de un bebé feo uno se espera cualquier cosa, incluso que muerda, mientras que de uno rosadito, regordete, sonriente, deponiendo cantidades propias de un obrero siderúrgico de la cuenca del Rhin siempre provoca el pasmo del personal. Todo esto supone, siempre acabamos ahí, que la esfera, lo que viene siendo Pi, el número mágico de la redondez, es asunto que se nos escapa. Lo de los infinitos decimales en secuencia nunca repetida, que se sepa, no es cosa que se alcance con intuiciones o incluso con los prejuicios, mucho más fiables ellos, dónde va a parar. 

¿QUÉ ES UN REY PARA TI?

En ocasiones uno quiere escribir y las ideas no aparecen, lo cual es molesto porque alarga el trámite. Las musas tienen, como las moscas, su tiempo y su momento, aunque son menos predecibles. Se puede confiar en el verano para lo de las moscas pero nunca se sabe cuando vendrán las musas. En ocasiones revolotean y molestan mientras estás a otras cosas y con una mano las espantas, como hacen las vacas con el rabo. Luego las buscas y, caprichosas, ahora no, que me duele la cabeza. Las musas van en camisón y gastan transparencias y el viento les pega la tela al cuerpo y a eso le llamaba Fidias paños mojados. Los artistas, a veces, tienen cosas que vaya por Dios. Lo cierto es que de algunos temas sabían tanto los griegos como sabemos ahora o más, que las ciencias avanzaron pero en otros asuntos parecemos no habernos movido. El caso de las musas es paradigma y arquetipo, ejemplo y modelo de la anterior afirmación. Puestos a esperar a la musa y su trapo húmedo, que es lo que toca, siempre es mejor hacerlo en movimiento, un poco como Ulises con las sirenas, que no es que vinieran sino que, paseando, se las encontraron. Dos faros iluminan el asfalto en una noche oscura, dos líneas continuas amarillas separan los carriles, la carretera es estrecha, recta, interminable, nos movemos rápido y es verano, lo cual no es cosa que se sepa de primeras pero lo dejo aclarado porque me parece relevante. No sabemos a dónde vamos pero qué más dará, esto no es más que una espera en movimiento. Suena el inicio de No love lost de Joy Division, música apropiada porque aúna tensión, anticipación y velocidad y además se aprecia que cuando la compusieron no tenían ni idea de a dónde iban, qué buscaban o qué pretendían. Justo de lo que va esto y, si me apuras, la Odisea y la Vida, así, con mayúscula inicial. El asunto es moverse y tocar música y estar atento a ver qué puede aparecer, qué se nos cruza, qué hay al final de esa cinta negra en esta noche oscura que es una tarde sin musas. Como es mi espera, son mis musas y es mi historia, llegado este punto decido que los faros iluminen a la chica de Uptown Girl de Billy Joel pero patinando. Lleva en el pelo una cinta de esas de aerobic, chaqueta de chandal por la cintura, shorts de deporte verde brillante, calcetines de tenista con sus rayas y patines de bota blancos. El short que viste ha de ser escueto, que es una palabra hermosa que se usa poco. Es-cue-to. Lo-li-ta. Palabras trisílabas que son todo promesas. Los movimientos de cintura, izquierda, derecha, izquierda, derecha revelan unas prietas pamplonetas, que es como mi vecina llama a los cachetes del culo, en articulación sobre sobre unas piernas largas y atléticas. Todo muy ochentero, que fueron aquellos tiempos de musas y mozas sanas y enérgicas, no como ahora que en lugar de una copa te sale invitarlas a un bocadillo. Uno podría abstraerse mirándole el culo a su musa todo el rato que haga falta a la luz de unos faros en una noche oscura de verano. Faros que podrían ser luces de discoteca, pero tampoco es eso. La escena, tal y como está explicada, podría ser de los Coen, pero sobraría la musa que no son éstos muy de incidir en lo erótico. Quien sí podría haber rodado esto, culo ochentero y Joy Division incluídos, es David Linch, mire usted por donde. A ése, mientras sea raruno, y haciéndome una autocrítica sincera me temo que la escena lo es, casi que le pega todo. La determinación del estilo, que si Coen, que si Lynch, es asunto baladí pero útil si uno quiere darle continuidad con una cierta coherencia estética. Un referente siempre viene bien, aunque sea para ignorarlo y en eso, de ser necesario, nunca me temblará la mano. Así pasamos, les recuerdo, de Fidias y sus paños húmedos a la patinadora de pamplonetas atléticas y short escueto; de improviso, sin dudas, sin remordimientos. Eberhardt Müller, estudioso de la historia y del arte y de las variopintas manifestaciones de la una y el otro, nada más enterarse de que a Pío VII, a la sazón Sumo Pontífice, se le había aparecido la mismísima Virgen María envió recado en forma de atenta carta solicitando detalles. Quería saber el estilo: que si románico, renacentista, barroco o, Dios no lo quiera, fauvista o cubista. Este asunto la Curia lo consideró baladí, palabra que se repite y que es también trisílaba pero ayuna de promesas, desde el punto de vista de la doctrina católica, apostólica y romana, con olvido patente de la posibilidad de que la Virgen se le hubiera aparecido en la forma de icono ortodoxo. Menudo lío, en este supuesto caso. Para un Papa, Pontifex Maximus, intérprete último de la palabra de Dios, la Virgen María viene siendo lo que la musa al artista, así que la cuestión planteada en debida forma por Herr Eberhardt no iba desencaminada, según yo lo veo. Si uno es amante del arte y, de consecuencia, admirador y fan de los artistas, sus musas y las obras que estas inspiran en aquellos, esa es curiosidad justificada. Pasado un tiempo y llegado un punto y dándose el caso de que ni la Virgen ni la Musa se dejasen caer de visita, y ayuno quien quiere escribir de inspiración, es solución socorrida el acotar el campo, limitar el objeto y centrarse en un detalle y escribir lo que vendría a ser en una estrecha franja. Pongamos por caso, y como ejemplo, el concurso anual que patrocina la Casa Real o el Patrimonio Nacional, en el cual se ha de contestar escuetamente a la cuestión, quizá no tan baladí, de ¿Qué es un Rey para ti? Un rey, creo yo, aunque es opinión que a otra más fundada someto, es un tipo que escribe lo que le da la real gana, aunque no tenga trono, ni musa, ni nadie quien le comprenda.