Yo quería… quería contarle a Joyce mi sueño de un sostén volador azul: estábamos solos en un bote de remos en mitad de un lago de azufre, y el único modo de escapar que teníamos era que ella se quitara la blusa, se desprendiera de del sostén volador azul, se arrodillara en sus copas y agarrara con fuerza los tirantes y tirara con fuerza de ellos para alzarse, usándolos como unas bridas. Yo me subiría a sus hombros, y ella, cabalgando noblemente la licra con el pecho al aire, nos levantaría y nos llevaría zumbando hasta el verdor tan seguro.
— La Fermata, Nicholson Baker.
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EL CULO DE LA MUJER DEL PRÓJIMO
No cabe duda que deseamos lo que vemos. No deseamos un culo desconocido. Un culo perdido o nunca encontrado en la selva, en las estepas heladas de Siberia o Albacete, no levanta el ánimo. Solo deseamos lo que vemos. Y si esto es cierto así en general lo es más en el caso de los culos. Es decir, que culo veo y tal y tal. Los culos son un caso particular, como el patio de mi casa en el que se juntan los culos para saltar a la comba. Y se ponen tremendos. Elásticos, flexibles. O se contraen pétreos al ponerse de puntillas para colgar una braga –o un sostén– en una cuerda de tender la ropa. Una de esas que alguien ha puesto apenas un poco demasiado alta. Read More
ENTRECORTADO POR LA BRAGA
Hay una borrasca fuerte situada sobre Italia que afecta a todo el centro del Mediterráneo. Sobre Inglaterra se sitúa otra que se desplaza lentamente hacia el Oeste de Francia. Una tercera, estática, en el Noroeste de Rusia. Un anticiclón moderado, temporalmente sobre Islandia, va cayendo hacia el Norte del archipiélago de las Azores. Hay otro, pero mucho más débil, en el Este de Turquía.
Medito sobre la volubilidad del clima, la tontería del río en el que no nos bañamos dos veces, sobre el tiempo que pasa, en ocasiones normal, en ocasiones inexorablemente. Miro tu culo por entre mis párpados entrecerrados, entrecortado por la braga del bikini. Uno y separo esas mitades en un ejercicio mental que me gratifica porque puedo anticipar y recordar el tacto del resultado. Con estos y otros pensamientos me la meneo lentamente, cariñosamente, bajo este solete que el Instituto Nacional de Meteorología ha tenido a bien pronosticar con acierto.
Gracias, Santa Clara por aliviar nuestros dolores y angustias, pesares y pobrezas y el sol que brilla sobre nuestras cabezas. Señor Jesucristo, tentaciones como ésta mándame todas las que tengas. Dios misericordioso, gracias por el pecado y las oportunidades de caer en él. Amén.
EL CULO DE MI NOVIA
De todos los culos que hay, que son incontables, sin lugar a dudas el más perfecto y hermoso es el de mi novia. Es el culo patrón, digno de conservarse en una urna, en una sala con la temperatura y humedad controladas, en el interior de un museo, en una Capital Europea. Una institución seria y venerable, con acceso restringido sólo a científicos con sus instrumentos, estudiosos eruditos muy documentados y miembros de la realeza en viaje oficial, estos siempre acompañados de un séquito de personal de la casa y ministros del ramo. Read More
EL CULO DE LA PANADERA
La panadera se afana amasando y si no fuera por un halo de finísimo polvo de harina que flota a su alrededor podría confundirla con una masajista. Pelo recogido, nuca despejada, hombros brillantes de esfuerzo y camiseta blanca de tirantes. Y esos movimientos decididos, enérgicos pero suaves, rítmicos, que imprime a todo su cuerpo, cargando sobre la masa.
La panadera, de vez en cuando, se endereza, pone la espalda recta, y con el exterior de la muñeca aparta un mechón y unas gotitas de la frente. Este es un gesto muy suyo, muy de panadera, antiguo e íntimo, que luego copiaron los tenistas vulgarizándolo, convirtiéndolo en símbolo y chulería de la transpiración improductiva. Read More
EJERCICIO DE ESTILO
Elegiré parte de tu ropa y tendrás que terminar de vestiste de manera que, a pesar de mi elección —prendas deliberadamente serias o recatadas— resultes sexy, sexual, incluso obscena. ¿Que es la moda sino esto?
QUE NO TE DISTRAIGA
Esos días de septiembre en los que el sol se pone marica y lánguido, molesto porque deslumbra y no calienta, esos días, esos, son los que me pones el culo a contraluz. Esos son días de braga transparente, luz tamizada, paseo indolente y gesto vago. Son esos días en los que ordenas cajas, cajones y armarios y aparecen tesoros que te pruebas por probarte y probarme. Por probar si aquella locura te sigue sirviendo, y probar, quizás, si en mis carnes sigue funcionando. Y de paso, al desgaire, como sinqueriendo, te sitúas entre esa ventana que recorta un trocito de tarde un poco gris, un poco corta, y mi indolencia fumando en cama. No hay como un culo a contraluz. Read More